Excelente día para todos,
aún estoy en espera de tener noticias de Endira editorial respecto al estado de
Para decir adiós: Las dos Princesas, la última vez que tuvimos contacto me
informaron que prácticamente estaban terminados los diseños de las portadas que
se someterán a la opinión de un público muestra para ver cuál es la que mejor
respuesta tiene, asimismo me señalaron que la segunda revisión ortográfica y de
estilo estaba prácticamente concluida con lo cual se estaría en tiempo de
mandar a impresión a inicios de agosto, para en el transcurso de septiembre
tener el libro a la venta.
Mientras el esperado día
para mí finalmente llega, les agradezco me estén acompañando en este viaje para
adentrarnos al mundo de los mitos y leyendas, hoy en particular quiero
hablarles de uno que seguramente será conocido previamente por muchos de
ustedes para quizá para otros será nuevo puesto que considero no tiene la
publicidad de los mitos griegos, romanos o sajones.
Nuestra civilización se
encuentra establecida sobre el canon greco-romano, grandes civilizaciones ambas
las cuales siempre se nos han señalado como la piedra angular de la civilización occidental y humana, sin
embargo miles de años atrás, cuando los ancestros de los griegos eran apenas
pastores nómadas casi salvajes, en medio oriente, al amparo del Éufrates y el
Tigris nació la verdadera cuna de la
civilización mundial.
En Mesopotamia se estableció
el primer imperio, las primeras ciudades, nació el derecho, la escritura y
también en ella surgió la primera novela de corte épico, “El poema de
Gilgamesh”.
Incluso la misma Biblia
tiene dos mitos basados en la cultura de Mesopotamia y plasmados en “El poema
de Gilgamesh.”
La epopeya del héroe asirio,
a pesar de su corte eminentemente épico y divino, trata dos temas muy humanos,
la amistad y la mortalidad.
Gilgamesh, del cual incluso
no se descarta totalmente su existencia, fue un emperador, que seducido por la
lujuria y otros vicios se transformó en un tirano.
Su pueblo se encontraba
hastiado de la conducta despótica de su antiguo héroe por lo que rogó a los
dioses que fuera frenado, en respuesta la diosa
Ninhursag envío a Enkidu, un hombre salvaje que tras ser “domesticado”
por Shamhat se enamora perdidamente de ella y decide desposarla, sin embargo
cediendo nuevamente a su lujuria Gilgamesh intenta hacer uso de su derecho como
rey para pasar la primera noche con la esposa de Enkidu, quien enfrenta al
poderoso semidios en una batalla épica en la cual no hay un vencedor.
Maravillado al haber
encontrado a su igual, Gilgamesh ve en Enkidu a un compañero de aventuras que
podía enfrentar los mismos peligros que el semidiós, por lo que lo invita a
recorrer el mundo para hacer frente a diferentes retos.
Sin medir los riesgos de sus
acciones Gilgamesh y Enkidu enfrentan diversos peligrosos que hacen enfurecer a
los dioses, hasta que Gilgamesh se atreve a despreciar a la diosa Ishtar por lo
que esta envía a un dios toro del cielo para vengar el desprecio del rey
mortal.
Sin ningún respeto los
poderosos camaradas dan cuenta del dios toro, lo que termina por enemistarlos
con el resto de los dioses quienes cobran la afrenta enviando una enfermedad
mortal a Enkidu.
Más allá del terrible golpe
de ver morir a su amigo, para Gilgamesh la muerte de Enkidu significa un
reflejo de su propia mortalidad, por lo que a partir de ese momento emprende un
viaje para encontrar la oportunidad de trascender a esta vida terrenal.
En su viaje el héroe visita
a los únicos sobrevivientes de un diluvio universal primigenio, Utnapishtim
y su conyuge, quienes son los únicos seres humanos que gozan de la
inmortalidad.
Para algunos estudiosos
dicha leyenda del diluvio es la misma que el pueblo hebreo plasmó en la biblia
y Utnapishtim no es otro sino Noé.
Tras diversas pruebas Utnapishtim
no considera que Gilgamesh sea digno de la inmortalidad por lo que le niega
dicho don, más como un premio de consolación le señala donde podrá encontrar
una hierba que le devolverá la juventud.
Gilgamesh la encuentra en el
fondo del mar, pero se niega a probarla de inmediato, buscando un conejillo de
indias en el cual prevenir una posible trampa de Utnapishtim, sin embargo en su
propia desconfianza el héroe encontró su perdición puesto que en el momento en
que buscaba a su sujeto de prueba, dejo la hierba en el piso y ésta le fue
robada por una serpiente, la cual recuperó su juventud, y de esta forma la
leyenda explica el cambio de piel de las víboras.
Para muchos lo anterior se
reflejó en la biblia como la perdida de la vida eterna por parte de Adán y Eva,
seducidos por una serpiente.
Abatido Gilgamesh regresa a
su reino en la ciudad de Uruk donde finalmente encuentra la muerte ante la
contemplación de los muros de su ciudad, los cuales sobrevivirán incluso a la
obra del héroe.
En lo personal considero que
Gilgamesh merece un lugar al lado de los mitos como los de Hércules, Aquiles,
el Rey Arturo o Robin Hood, desgraciadamente como otras grandes leyendas de
medio oriente, han sido relegados por la cultura occidental la cual ha tratado
de retratar a las sabias y milenarias culturas de esas tierras como barbaros y
salvajes sin contemplar las maravillas que también nos legaron.
Es una desgracia que
consideremos a Irak solamente un lugar violento, en el que desgraciadamente
hace tan solo unos días hubo otro acto terrorista que cegó la vida de cientos
de personas, sin observar que fue justo
en ese lugar donde la raza humana dejó la prehistoria para que naciera la
civilización.
Saludos.
Leer sus anecdotas amigo j.f.Dominguez es reconfortante...Gracias
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